En los últimos tiempos se proclama de forma recurrente el fin del trabajo como lo hemos conocido hasta ahora. En pocos años, la tecnología, los robots y la Inteligencia Artificial (AI) modificarán el modus operandi de los equipos de trabajo. Algunos incluso proclaman que llegarán a sustituirlos. Sin embargo, lo que parece más evidente es que la robotización y la Inteligencia Artifical, impactaran antes en los empleados que en el empleo, por lo que hay que estar preparados para la nueva carrera por la empleabilidad.
Según el informe recientemente publicado por PwC, los robots y las IA no destruirán puestos de trabajo, sino que ello desembocará en algo “más complejo”, generando un impacto positivo en la creación de empleo, fomentando una evolución gradual en el mercado de trabajo que estimulará la preparación académica hacia nuevas oportunidades laborales. Habrá nuevos trabajos que compensarán la pérdida de otros, haciendo que las personas operen de forma más eficiente con la ayuda de la tecnología.
Ese empoderamiento, se verá reflejado sobre todo en la automatización de procesos, que pasan a ser demasiado complejos para tecnologías antiguas, y en la identificación de tendencias en base a datos históricos, lo que permitirá ayudar a la creación de valor comercial. La IA, tendrá un papel destacado en cuanto a las labores de prospección, siendo un punto de apoyo cada vez más importante en la toma de decisiones humanas para incrementar la productividad.
En ese contexto, el empleado no perderá valor, sino todo lo contrario, estará en el centro de la cadena de valor de la empresa con la emergencia de los llamados empleados tipo T. Se calcula que en 2025, el 91% de las empresas demandará esos perfiles: “profesionales con formación técnica especializada para desarrollar un puesto de trabajo, pero que, en paralelo, cuentan con aptitudes y habilidades genéricas y transversales como capacidad de comunicación, perseverancia, liderazgo, posibilidad de trabajo en equipo, empatía y capacidad de resolución de conflictos, entre otras“, según el informe ‘El rediseño de la empresa del futuro. Eficiencia y rentabilidad 2025‘, realizado por Deloitte.
Así pues, el empleo parece que no está en peligro, pero sí los empleos con menos valor añadido, sobretodo en sectores industriales y manufactureras. Caminamos hacia un entorno en que la eficiencia y la rentabilidad marcarán el objetivo empresarial de los próximos años , como bien apunta el artículo “Adiós a la crisis: 200 empresarios españoles dan la fórmula para ser rentable y eficiente” en la que grandes empresarios desgranan la hoja de ruta del crecimiento para los próximos años., con la priorización de la innovación tecnológica constante y la velocidad de los procesos, algo que los robots harán mejor que los humanos.
Pero afortunadamente hay cosas que los robots no pueden realizar porque carecen de tres características que sí poseemos los humanos: personalidad, inteligencia y vocación. Además de ello, Rodica Damian, profesora de psicología social y de la personalidad en la Universidad de Houston asegura que, además de esas tres características, nos separan de los robots la capacidad de realizar tareas que requieren creatividad y cierta compleijdad.
Así pues, parece que el futuro del empleo está asegurado, pero sólo si somos capaces de caminar hacia una formación profesional que combine capacidad técnicas (hard skills) y habilidades (soft skills) para trabajar en equipos y entornos multidisciplinares y transversales. Para ello hay que transformarse lo antes posible en profesionales tipo T, es decir, desplegar talento transversal, algo que depende fundamentalmente de la inversión en formación en habilidades que hagamos cada uno de nosotros. El reto es complejo y apasionante y tenemos que construir nuevos itinerarios formativos para adaptarnos a este nuevo mundo laboral y profesional. Lo que tenemos hoy simplemente ya se ha quedado obsoleto.